Tuesday, October 8, 2024
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¡Que hierve! Pero de eso nadie habla

El calor es infernal. ¿Lo ha notado? Desde hace un mes, las temperaturas locales no bajan de los 100 grados. Y cuando consiguen bajar, casi seguro que el escenario local está dominado por lluvias incesantes. Así, casi invariablemente, pasamos del calor insoportable a inundaciones que arrasan hasta sectores que “antes no se inundaban”.

Para algunos parecería una verdadera novedad, pero estamos viviendo el cumplimiento de los vaticinios del año pasado a estas fechas. ¿Ya lo olvidó? El pasado verano –el mismo que dejó en evidencia los problemas de planificación de las escuelas y estuvo dominado por manifestaciones en casi todas las regiones educativas del país- se nos advirtió que aquel (el del año pasado) sería el “verano más fresco de los próximos 10 años”. Y así precisamente es que se va escribiendo el cuento.

No se usted, pero solo pensar en que el próximo será aún más caluroso. Y así el que le sigue por una década solo consigue preocuparme. ¿A qué temperaturas nos enfrentaremos en 10 años? Pero si bien me preocupa el escenario al que nos enfrentaremos en 10 años a causa del cambio climático, más me preocupa comprobar que la actitud de las autoridades locales va en la línea de “el que venga atrás, que arree”. Hoy, mientras usted me lee, el Gobierno local no ha aprobado o puesto en vigor ninguna de las medidas que se ha recomendado por el Comité de Cambio Climático de Fortaleza. De hecho, la Legislatura ha puesto la consideración de las recomendaciones en “hold” y se las ha dejado como herencia al siguiente gobierno. Como si hubiera tiempo que perder para comenzar a considerar un documento que debería servirnos de hoja de ruta sobre cómo prepararnos para nuestra nueva realidad. Porque aunque suene a exageración, la vida como la conocemos cambiará en gran medida.

Solo que para poder prepararnos, nuestros gobernantes y quienes establecen políticas públicas deben estar no solo receptivos, sino educados sobre el tema. Sus accione demuestra lo contrario. Localmente, el tema del calentamiento global es un tema del que no se habla, en gran medida porque con toda probabilidad, pocos lo entienden. Y en eso la clase política no está sola. Ni el grueso de la prensa ni el de los ciudadanos sigue el tema de cerca y mucho menos lo discute. ¿Cuándo fue la última vez que usted escuchó hablar de la variable “calor” dentro de las discusiones de salud pública o como raíz de problemas de salud o muerte? ¿Se contabiliza por el Departamento de Salud la cantidad de personas que son hospitalizadas o mueren gracias a su exposición al calor extremo? La respuesta es que no.

¿Cuándo fue la última vez que usted escuchó a alguien con el poder de establecer política pública hablar del concepto “islas de calor”? Seguramente nunca. Sin embargo, si se mira fuera de nuestras latitudes, particularmente en Europa donde varios países comienzan a tomar en serio los cambios, el concepto no es muevo ni para políticos, ni para la prensa ni para la población informada. Con él se refieren a esos espacios en zona urbana cuyas temperaturas son significativamente más altas que las de las zonas circundantes menos impactadas por la construcción, el asfalto y el cemento. Para combatir esa realidad, ciudades como Barcelona, Madrid o Valencia han iniciado planes para promover la reforestación urbana (ahora y no en 10 años cuando el impacto de las temperaturas ya sea una realidad), el establecimiento de “refugios climáticos” donde ciudadanos que hacen su vida al exterior como obreros de construcción, policías o ciudadanos puedan entrar para refrescarse y bajar las temperaturas. Para establecerlos, ciudades como Barcelona han recurrido a proyectos en los que el Gobierno y el liderato vecinal o comunitario han identificado espacios urbanos en barrios y sectores urbanos para establecer estos centros. ¿Sabe usted de alguno aquí en la isla?

En otras latitudes se habla de la necesidad de moverse a vehículos híbridos o eléctricos reconociendo que la combustión aumenta las temperaturas en las zonas urbanas. En la isla, con un sistema eléctrico tan débil es aun imposible hablar de aumentar –aunque se quiera- la demanda masiva de vehículos eléctricos simplemente porque nuestra infraestructura presente no lo permite. Mucho menos se ha logrado un sistema de transporte colectivo eficiente a pesar que hace más de 20 años comenzó el fallido proyecto del tren urbano. El mismo al que hay que llegar en carro por la mala ubicación de muchas de sus estaciones y el débil componente de autobuses para garantizar interconexiones que nos lleven a tiempo a nuestros destinos.

Pero de eso nadie habla. O, para ser justos, muy pocos. Se nos va la vida en la minucia. En la controversia estéril de turno que deja muy poco para planificar lo que nos queda de país para presentes y futuras generaciones. Nos toca a los electores y al público exigir la inclusión de estos temas en la agenda del país y, como rebote, de las plataformas de campaña de todos aquellos que aspiren a dirigir la isla. No nos queda de otra si queremos estar preparados para lo que viene.



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