En Puerto Rico siempre es sexy pedir renuncias a funcionarios del gobierno. En ocasiones son solicitudes razonables por fallas crasas y en otras pues se piden sin pensar en las consecuencias. Creo que ese es el caso de la presidenta de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), la jueza Jessika Padilla.
Definitivamente, las primarias del pasado 2 de junio no corrieron cómo esperábamos y podría haber responsabilidad compartida entre varias partes. Correr la CEE es sumamente complicado por la desconfianza de las partes políticas entre ellos y con la propia Comisión. El hecho de que un presidente sea nombrado por un gobernante de un partido ya es suficiente para que los comisionados que no son de ese partido vean todos sus movimientos con suspicacia. Puede ser normal.
Padilla asistió la semana pasada a Jugando Pelota Dura (Teleonce) y respondió las preguntas que se le hicieron sobre el tema. ¿Nos gustaron?, ¿No nos gustaron las contestaciones? Cada cual tendrá su gusto dependiendo qué era lo que quería que contestara.
Ahora bien, ¿se han detenido, sin apasionamiento y fríamente, a pensar qué vendría con la renuncia?
Estamos a menos de cinco meses para el evento electoral más importante y grande, y no sé si tenemos el ambiente para que tengamos un buen nombramiento, en caso de que la jueza Padilla renunciara. Eso no quiere decir que sea imposible conseguir a alguien capaz y preparado, pero sí pienso que es complicado.
Desde que sigo temas políticos, antes de entrar al mundo del periodismo, no recuerdo una tirantez política tan densa como la que nos encontramos hoy. Son tiempos distintos. Primero, el Partido Nuevo Progresista (PNP) lleva 12, de los últimos 16 años, ostentando el poder ejecutivo. También tenemos más partidos políticos que en aquella época y algunos con narrativas más agresivas y altisonantes. Las ventajas políticas para la gobernación en las últimas tres elecciones han sido por menos de 3 %. A eso súmele que, luego de obtener un 11 % de los votos en las elecciones pasadas con la figura de Juan Dalmau, y uniéndose al Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) entiende que por primera vez tiene una probabilidad real de ganar la gobernación. Todos entienden que pueden ganar. Quizás el más consciente de que no tiene mucho break de prevalecer en la candidatura a la gobernación es el Proyecto Dignidad, aunque digan que van a triunfar. Matemáticamente es complicado pensar y estar convencido de que, de una elección a la otra, pueden crecer casi 350,000 electores adicionales a los casi 88,000 que tuvieron en el 2020. En ese aspecto entiendo que es un proyecto político con otros propósitos, a corto plazo.
Dialogando con el analista Jorge Colberg, explicaba que el escenario es realmente complicado. Ciertamente, en el 2020, cuando la CEE quedó descabezada con la renuncia inmediata del juez Juan Ernesto Dávila, se seleccionó como presidente al juez Francisco Rosado Colomer, presentado por el entonces comisionado del PNP, Héctor Joaquín Sánchez, y a la jueza Jessika Padilla para presidenta alterna de la CEE.
Solo quedaba un mes y tres semanas para las elecciones generales, por lo que los comisionados de los demás partidos no tenían muchas opciones para oponerse. Hacerlo habría sido, entiendo, fatal ante la opinión pública, por la urgencia que había.
Presidir la CEE es exponerse y someterse a las presiones de la política partidista y a la crítica constante, así haga un buen trabajo. Es una figura que desde que mencionan su nombre le ponen la mira en sus capacidades. Hay jueces con la capacidad y seriedad para correr la CEE, pero no necesariamente quieran exponerse a que su nombre sea sometido a un circo mediático. Como hay jueces con capacidad, también los hay sin la misma, aunque sí pueden tener la disponibilidad por asuntos políticos o de ego.
A cinco meses de las elecciones generales, veo espacio para que la jueza Padilla tome nota, haga ajustes, encabulle, y vuelva a tirar. Creo que tiene disposición para hacerlo. En este proceso no tuvimos el problema de que no llegaron las papeletas a los colegios, más bien hubo issue de funcionarios de los partidos que no llegaron, pero eso es asunto de los partidos o candidatos que tienen que buscarlos. Sí, las máquinas no funcionaron como debían y eso provocó retrasos y que haya incongruencias de resultados. Sin embargo, eso no quiere decir que haya una conspiración para robar elecciones.
Como mencionó el expresidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, las papeletas están ahí, están votadas y resguardadas. No hemos visto, a dos semanas del proceso, maletines o urnas olvidados en escuelas, debajo de puentes, ni nada por el estilo. Es cuestión de realizar un escrutinio general papeleta a papeleta para reconfirmar, realizar una auditoría del proceso, sobre todo de el de las máquinas y ajustar tuercas para dentro de 5 meses. Esas incongruencias pueden beneficiar o afectar a cualquier candidato, sin importar nombre. Puede restarle votos a Pedro Pierluisi y aumentarle a Jenniffer González, o a la inversa. Igual en el caso de la primaria del Partido Popular Democrático (PPD).
Veo a la jueza Padilla en disposición de hacer esos ajustes y creo que, con la ayuda de los comisionados, sin estos abandonar sus responsabilidades de fiscalización, como hicieron en el 2020, pueden hacer entre todos un buen proceso para el pueblo, los electores y la democracia. Podemos brindarle ese voto de confianza a Padilla o preferir una renuncia para comenzar el tira y jala de a quién deben nombrar, ver qué sale y persignarnos para que el remedio de algunos no sea peor que la enfermedad para todos el 5 de noviembre.