El agotamiento parental, o burnout, su nombre en inglés, es un síndrome creciente, originado en el estrés crónico de quienes tienen hijos, caracterizado por cuatro síntomas principales: agotamiento físico o emocional; sensación de no cumplir con lo que se dice que significa ser “buenos padres”; sentirse abrumado con el rol parental, y pensar que se está emocionalmente desconectado de los hijos.
Un estudio del Centro de Investigación Sobre Crianza, organismo con sede en Australia, mostró que dos de cada cinco consultados sienten que el cansancio afecta su capacidad para ser el tipo de padres y madres que quieren ser. Y cerca de la mitad de las personas investigadas piensa que no hay suficiente tiempo en el día para hacer todo lo que se espera o creen que deben hacer.
El psicólogo Néstor González, académico de la Universidad del Alba y experto en salud mental, explica que “el burnout parental es una crisis silenciosa, subestimada y creciente. El estrés crónico y la fatiga emocional que experimentan muchos progenitores está provocando una desconexión con sus hijos y consigo mismos”.
Daniela Muñoz Iubini, psicóloga y académica de la Facultad de Educación de la Universidad San Sebastián, agregó que “las expectativas y la presión social respecto a lo que debiese ser una adecuada o correcta forma de criar ponen sobre los padres una presión constante y un sentimiento de no estar cumpliendo con los estándares sociales, lo que eleva los sentimientos de culpa y frustración constante que se traduce en el llamado burnout parental”.
Según Néstor González, “de acuerdo a lo que plantean varios autores que han estudiado este tema, el burnout no solo responde a un problema específico del individuo, sino que se ha convertido en un tema presente en la sociedad. Por eso es imperativo promover estrategias para aliviar este estrés, ya que un estado de relajo y felicidad sin duda permite ser más receptivo y mantener la capacidad de mostrarse presente frente a los hijos. Por esta razón, el bienestar de las familias depende de la atención que se le preste a este problema emergente”.
Y en el mismo sentido, Daniela Muñoz Iubini indicó que “es muy relevante que padres y madres comprendan que para proteger la infancia y cuidar su propio desarrollo y el de niños y niñas, hay que centrarse el estado emocional de quienes crían y en la capacidad de estos para empatizar, conectar y regular sus propias emociones y las de sus hijos. Si quieren responder a las necesidades de sus hijos, deben priorizar su propia salud, lo que implica, por ejemplo, destinar tiempo para salir con amigos o hacer algún deporte. Descansar debiese considerarse una obligación básica de quien cría, pues para poder acompañar y educar a otro, primero debo tener resueltas las necesidades básicas propias. Esa es una de las grandes deudas de quienes presentan burnout parental”.