Los huesos fueron descubiertos por el tractorista Amir Rifkatovich Zarifov mientras trabajaba en el campo. Informó del hallazgo al Museo Regional de Tradición Local de Alabin.
Al enterarse de que se habían encontrado unos huesos antiguos en el distrito de Bolshechernigovsky, arqueólogos y paleontólogos se trasladaron rápidamente al lugar. Los científicos contaron con la gran ayuda de los residentes locales.
Durante el estudio inicial del esqueleto resultó que los huesos pertenecían a un ictiosaurio, un reptil marino extinguido que vivió en las aguas locales hace más de 100 millones de años.
Sorprendentemente, todo el esqueleto se conservaba casi intacto. Los científicos incluso consiguieron averiguar de qué se alimentaba este ictiosaurio en particular: entre las costillas, en la zona del estómago, había escamas de pescado y fragmentos de conchas de moluscos.
“La historia es realmente asombrosa. El pobre saurio no sólo estuvo a punto de morir por segunda vez, sino que tuvo que llamar la atención de Amir Rifkatovich, que hizo llegar la noticia al museo a través de varias personas”, explica Roman Gunchin, miembro de la Sociedad Paleontológica de Samara.
También es sorprendente que los huesos aparecieran en un terreno despejado, prácticamente en la superficie.
“El esquisto, la arenisca y todo lo demás, en lo que suelen “conservarse” los restos antiguos, fue arrastrado por la riada de primavera y al mismo tiempo cubierto de tierra negra”, continúa el paleontólogo. “Desde abajo, el saurio yacía sobre el lecho de roca, pero encima de este lecho de roca había muy poco, y fue arrastrado en algunos lugares. Si no lo hubiéramos desenterrado a tiempo, la primera lluvia fuerte se habría llevado todos los huesos”.
Los ictiosaurios, o dragones de mar, aparecieron en el planeta en la era Mesozoica. En aquella época, en el lugar de la moderna región de Samara se encontraba el antiguo Océano de Tethys. En los periodos Jurásico y Cretácico, el tamaño de los ictiosaurios alcanzaba los 9 metros. Los individuos especialmente grandes llegaban a medir más de 20 metros. Exteriormente, estos depredadores eran algo entre un pez y un delfín. Se adaptaron perfectamente a la vida en el océano, ocupando el nicho ecológico de los cetáceos modernos. Dada la estructura de la mandíbula y el filo de los dientes, los ictiosaurios podían comer sin problemas animales de concha y moluscos con caparazón, no temían a los peces y también devoraban a sus pequeños parientes o cachorros.
“En el territorio de Rusia se encontraron restos de ictiosaurios en las regiones de Kolyma, Volga, Kursk, Belgorod y Moscú. Pero normalmente había fragmentos, y aquí casi todo el esqueleto y parte del contenido del estómago. Creo que no hay más de una docena de restos de este tipo en Rusia”, declaró a Metro Dmitry Stashenkov, secretario científico del Museo Regional de Historia y Tradición Local de Samara.
Los científicos califican el hallazgo actual de único, y los habitantes del distrito de Bolshechernigovsky bromean diciendo que ahora tendrán mucho cuidado al plantar patatas.