PARÍS (AP) — Los votantes franceses repartieron su legislatura entre izquierda, centro y ultraderecha sin que ninguna facción política se acercara a la mayoría necesaria para formar un gobierno. El riesgo de parálisis se cernía el lunes sobre la segunda economía más grande de la Unión Europea.
El presidente, Emmanuel Macron, apostó a que su decisión de convocar elecciones anticipadas diera a Francia un “momento de claridad”, pero el resultado mostraba lo contrario, menos de tres semanas antes de que el inicio de los Juegos Olímpicos pusiera al país en el centro de las miradas internacionales. El principal índice bursátil de referencia en Francia abrió con pérdidas como reacción al resultado electoral.
De acuerdo a los resultados de segunda ronda contabilizados la madrugada del lunes, una coalición izquierdista obtuvo el mayor número de escaños en el parlamento. Los centristas de Macron tenían el segundo grupo más grande y el impopular presidente tendría que formar alianzas para dirigir un gobierno. La ultraderechista Agrupación Nacional de Marine Le Pen, que lideró la primera vuelta, quedó tercera después de que sus rivales adoptaran estrategias políticas para evitar que sus candidatos lograran puestos en la Asamblea.
El primer ministro, Gabriel Attal, dijo que presentaría su renuncia el lunes pero se mantendría en el puesto durante los Juegos o más tiempo, si era necesario. Estaba previsto que los legisladores nuevos y reelegidos llegaran a la Asamblea Nacional para comenzar las negociaciones lo antes posible.
El propio Macron tenía previsto viajar esta semana a una cumbre de la OTAN en Washington.
El bloqueo político podría remecer a los mercados y tener implicaciones de largo alcance para la guerra en Ucrania, la diplomacia global y la estabilidad económica europea.
Según los resultados oficiales conocidos el lunes de madrugada, ninguno de los tres bloques se acercó a los 289 escaños necesarios para controlar la Asamblea Nacional de 577 puestos, la más poderosa de las dos cámaras legislativas francesas.
Los resultados daban apenas 180 escaños a la coalición izquierdista Nuevo Frente Popular, que quedó primera, por delante de los más de 160 escaños de la alianza centrista de Macron. La Agrupación Nacional de ultraderecha de Le Pen y sus aliados quedaron relegados a un tercer lugar, aunque sus más de 140 parlamentarios seguían siendo muchos más que el récord anterior del partido, de 89 escaños en 2022.
A Macron le quedan tres años de mandato presidencial.
Cuando anunció su renuncia, Attal dejó más claro que nunca su desacuerdo con la chocante decisión de Macron de convocar los comicios, y dijo que “yo no escogí esta disolución” de la Asamblea Nacional saliente, donde la alianza centrista del presidente era el grupo más grande, aunque sin mayoría absoluta.
En lugar de apoyar a Macron como esperaba el mandatario, millones de personas tomaron la votación como una oportunidad de expresar su indignación por la inflación, la delincuencia, la inmigración y otras fuentes de descontento, como su estilo de gobierno.
Los líderes del Nuevo Frente Popular presionaron de inmediato a Macron para que les diera la primera oportunidad de formar un gobierno y proponer un primer ministro. La facción ha prometido anular muchas de las reformas estrella de Macron, iniciar un costoso programa de gasto público y tomar una posición más dura ante Israel por su guerra contra Hamás. Pero no estaba claro, ni siquiera entre la izquierda, quién podría liderar el gobierno sin enojar a aliados cruciales.
“Necesitamos alguien que ofrezca consenso”, dijo Olivier Faure, líder del Partido Socialista, que se unió a la coalición de izquierdas y el lunes aún estaba determinando cuántos escaños había conseguido.
Macron advierte que el programa económico de la izquierda, con decenas de miles de millones de euros en gasto público, financiado parcialmente por impuestos a las fortunas y subidas de impuestos a los que más ingresan, podría ser una ruina para Francia, que ya ha sido reprendida por el organismo supervisor de la UE por su deuda.
Un parlamento bloqueado es territorio desconocido para la Francia moderna.
Pese a la incertidumbre, partidarios de la izquierda celebraron en la plaza de la República en el este de París cuando se conocieron los primeros resultados. La gente abrazaba a desconocidos y estalló en varios minutos de aplauso ininterrumpido.
Marielle Castry, secretaria médica, estaba en el metro en París cuando se anunciaron las primeras estimaciones de resultados.
“Todo el mundo tenía su smartphone y esperaba a los resultados, y de pronto todo el mundo estaba entusiasmado”, dijo la mujer de 55 años. “Llevaba estresada desde el 9 de junio y las elecciones europeas (…) Y ahora me siento bien. Aliviada”.
El acuerdo político entre la izquierda y el centro para bloquear a la Agrupación Nacional fue exitoso en su mayor parte. Muchos votantes decidieron que mantener a la ultraderecha alejada del poder era más importante para ellos que cualquier otra cosa y apoyaron a sus rivales en segunda vuelta, aunque no fueran del bando al que suelen votar.
“Decepcionado, decepcionado”, dijo el partidario de ultraderecha Luc Doumont, de 66 años. “Bueno, contento de ver nuestra progresión, porque en los últimos pocos años hemos ido mejorando”.
La líder de la Agrupación Nacional, Le Pen, que se espera haga un cuarto intento de optar a la presidencia de Francia en 2027, dijo que los comicios eran la base para la “victoria de mañana”.
El racismo y el antisemitismo empañaron la campaña electoral, junto con campañas rusas de desinformación, y más de 50 candidatos reportaron agresiones físicas, algo muy inusual en Francia.
A diferencia de otros países europeos más acostumbrados a los gobiernos de coalición, Francia no tiene una tradición de legisladores de bandos políticos que colaboran para formar una mayoría. Francia también es un país más centralizado que otras naciones europeas, y hay muchas más decisiones que se toman en París.