WASHINGTON (AP) — Un hombre de Massachusetts ha recuperado la voz después de que un equipo de cirujanos le extirpó la laringe a causa de un cáncer y, en un procedimiento innovador, la sustituyó con otra donada.
Los trasplantes de laringe son extremadamente raros y normalmente no son una opción para las personas con cáncer activo. Marty Kedian es apenas la tercera persona en Estados Unidos que se somete a un trasplante total de laringe. Los otros dos trasplantes se realizaron hace años en pacientes que tenían lesiones, y se encuentran entre un reducido número de trasplantes de este tipo realizados en todo el mundo.
Los cirujanos de la Clínica Mayo de Arizona ofrecieron a Kedian el trasplante como parte de un nuevo ensayo clínico destinado a ofrecer esta operación a más pacientes, incluidos algunos con cáncer —la forma más común de perder la laringe—.
“La gente necesita conservar su voz”, dijo Kedian, de 59 años, a The Associated Press, cuatro meses después de su trasplante, aún ronco pero capaz de mantener una conversación de una hora. “Quiero que la gente sepa que esto se puede hacer”.
Se emocionó al recordar la primera vez que llamó por teléfono a su madre, de 82 años, después de la operación “y ella pudo oírme… Eso era importante para mí, hablar con mi madre”.
El estudio es reducido: sólo se inscribirán nueve personas más. Pero a través de este estudio los científicos pueden aprender cuáles son las mejores prácticas para estos complejos trasplantes, de modo que algún día puedan ofrecerse a más personas que no pueden respirar, deglutir o hablar por sí mismas a causa de una laringe dañada o extirpada quirúrgicamente.
“Los pacientes se convierten en reclusos y se aíslan del resto del mundo”, manifestó el doctor David Lott, catedrático de cirugía de cabeza y cuello de la clínica Mayo en Phoenix. “Mis pacientes me dicen: ‘Sí, puede que esté vivo, pero en realidad no vivo’”, dijo Lott, explicando por qué inició el estudio.
El equipo de Lott dio a conocer los resultados preliminares de la cirugía el martes en la revista Mayo Clinic Proceedings.
La laringe es el instrumento con el que el humano genera la voz, pero también es vital para respirar y deglutir. Las piezas de tejido muscular denominadas cuerdas vocales se abren para permitir que el aire entre en los pulmones, se cierran para evitar que la comida o la bebida se desvíen y vibran cuando el aire las empuja para producir el habla.
Los dos primeros pacientes que se sometieron a un trasplante de laringe en Estados Unidos —uno en la Clínica Cleveland en 1998 y otro en la Universidad de California, campus Davis, en 2010— habían perdido la voz a causa de lesiones, uno a raíz de un accidente de moto y el otro tras sufrir daños por un respirador de hospital.
Pero el cáncer es el principal motivo. La Sociedad Estadounidense para el Cáncer calcula que más de 12.600 personas este año serán diagnosticadas con algún tipo de cáncer de laringe. Aunque en la actualidad muchos se someten a tratamientos para preservar la voz, a miles de personas se les ha extirpado completamente la laringe, respiran a través de lo que se denomina un tubo de traqueotomía en el cuello y tienen dificultades para comunicarse.
Aunque los primeros receptores de trasplante de laringe en Estados Unidos consiguieron hablar casi con normalidad, los médicos no han favorecido estos trasplantes. Esto se debe en parte a que las personas pueden sobrevivir sin laringe, mientras que los fármacos antirrechazo (que deben tomar después de la cirugía) suprimen el sistema inmunitario, lo cual podría desencadenar tumores nuevos o recurrentes.
“Queremos traspasar esos límites, pero hacerlo de la forma más segura y ética posible”, afirma Lott.
Los especialistas en cabeza y cuello afirman que el ensayo de la clínica Mayo es clave para ayudar a que los trasplantes de laringe se conviertan en una opción viable.
“No es un ‘caso aislado’”, sino una oportunidad para aprender por fin de un paciente antes de operar al siguiente, dijo el doctor Marshall Strome, quien dirigió el trasplante de 1998 en Cleveland.
Este primer intento en un paciente con cáncer “es el siguiente paso importante”, afirmó.
Se están estudiando otras opciones, señaló el doctor Peter Belafsky, de UC Davis, quien ayudó a realizar el trasplante de 2010. Sus pacientes con alto riesgo de pérdida de laringe graban su voz en previsión de dispositivos del habla de próxima generación que suenen como ellos.
Sin embargo, Belafsky afirma que “aún hay posibilidades” de que los trasplantes de laringe se generalicen, al tiempo que advierte que probablemente se necesiten más años de investigación. Uno de los obstáculos ha sido conseguir que los nervios vuelvan a crecer lo suficiente como para respirar sin un tubo endotraqueal.
A Kedian le diagnosticaron un extraño cáncer de cartílago laríngeo hace una década. Este hombre de Haverhill, Massachusetts, se sometió a más de una docena de operaciones y acabó necesitando un tubo endotraqueal para poder respirar y deglutir. Tuvo que jubilarse por invalidez.
Sin embargo, el otrora sociable Kedian, conocido por sus largas conversaciones con desconocidos, no permitió que los médicos le extirparan toda la laringe para curar el cáncer. Deseaba desesperadamente leer cuentos a su nieta con su propia voz, en vez de recurrir a lo que él llamaba aparatos robóticos.
Entonces Gina, la esposa de Kedian, encontró el estudio de la clínica Mayo. Lott decidió que era un buen candidato porque su cáncer no era de crecimiento rápido y, lo que era especialmente importante, Kedian ya estaba tomando fármacos antirrechazo a causa de un trasplante de riñón anterior.
Se tardó 10 meses en encontrar un donante fallecido con una laringe suficientemente sana y del tamaño adecuado.
El 29 de febrero, seis cirujanos le operaron durante 21 horas. Tras extirpar la laringe cancerosa de Kedian, le trasplantaron la donada y los tejidos adyacentes necesarios —glándulas tiroides y paratiroides, faringe y la parte superior de la tráquea—, así como los diminutos vasos sanguíneos que los irrigaban. Por último, mediante nuevas técnicas microquirúrgicas, conectaron nervios esenciales para que Kedian sintiera cuándo tenía que deglutir y moviera las cuerdas vocales.
Unas tres semanas después, Kedian dijo “hola”. Pronto volvió a aprender a deglutir, pasando del puré de manzana a los macarrones con queso y las hamburguesas. Pudo saludar a su nieta Charlotte por video, como parte de sus tareas para seguir hablando.
“Cada día va mejor”, dijo Kedian, quien pronto volverá a Massachusetts. Su traqueotomía seguirá en su sitio al menos unos meses más, pero “me estoy esforzando para avanzar más rápido porque quiero que me quiten estos tubos, volver a una vida normal”.
Y tal como le había asegurado Lott, Kedian conservó su querido acento de Boston.
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