MILWAUKEE, Wisconsin, EE.UU. (AP) — Cuatro días después de que un hombre armado trató de asesinar al expresidente Donald Trump durante un mitin de campaña en Pensilvania, el público sigue sin conocer la magnitud de sus heridas, el tratamiento que el candidato presidencial republicano recibió en el hospital, o si existe la posibilidad de que haya efectos a largo plazo en su salud.
El equipo de campaña de Trump se ha negado a hablar sobre su estado de salud, dar a conocer al público los reportes o expedientes médicos, o poner a disposición de la prensa a los médicos que lo atendieron, dejando que la información fluya a cuentagotas de Trump, sus familiares y amigos.
Las primeras noticias sobre el estado de salud de Trump se dieron a conocer una media hora después de los disparos que obligaron al expresidente a lanzarse al suelo luego de cubrirse la oreja y posteriormente levantar su puño en una muestra de desafío mientras la sangre corría por su rostro. Su equipo de campaña difundió un comunicado en el que señaló que estaba “bien” y “estaba siendo revisado en una instalación médica local”.
“Habrá más detalles”, indicó su portavoz.
Fue hasta las 8:42 de la noche que Trump le informó al público que había recibido un disparo. Trump publicó en su red social Truth Social que “recibió un disparo que le perforó la parte superior” de la oreja derecha.
“Supe de inmediato que algo estaba mal luego de que escuché un zumbido, disparos, y de que inmediatamente sentí la bala atravesar la piel”, escribió.
Los presidentes y candidatos de los principales partidos han tenido que buscar desde hace tiempo un equilibrio entre su derecho a la confidencialidad médico-paciente y las expectativas del público de confirmar que están lo suficientemente saludables para desempeñarse en el cargo. Trump, por ejemplo, lleva tiempo presionando a Biden para que se realice una prueba cognitiva ante las dudas que enfrenta el mandatario sobre su desastroso desempeño en el debate.
Después de un intento de asesinato que dejó gravemente herido al presidente Ronald Reagan en 1981, el hospital de Washington, D.C., en donde fue atendido daba a conocer actualizaciones detalladas de forma regular sobre su estado de salud y el tratamiento que recibía.
Desde el sábado no ha habido más información por parte del equipo de campaña de Trump ni de otros funcionarios sobre su estado de salud y tratamiento.
Trump se ha presentado los últimos tres días en la Convención Nacional Republicana con un vendaje sobre la oreja derecha.
El expresidente no suele viajar con un grupo de reporteros, algo a lo que los candidatos suelen acceder una vez que reciben la nominación oficial de su partido.
El representante republicano por Texas Ronny Jackson, quien se desempeñó como el médico de Trump en la Casa Blanca y viajó para acompañarlo después del tiroteo, dijo el lunes en un podcast que a Trump le faltaba una parte de su oreja —”un poquito de la punta”— pero que la herida sanaría.
“Tuvo suerte”, dijo Jackson en “The Benny Show”, un podcast conservador presentado por Benny Johnson. “Fue lo suficientemente lejos de su cabeza para que no haya efectos de conmoción por la bala. Y sólo le arrancó la parte superior de la oreja, un poco de la parte superior de esta oreja al atravesarla”.
Dijo que la zona tendría que ser tratada con cuidado para evitar más hemorragias —”No es como una laceración limpia como la que tendrías con un cuchillo o una navaja, es la huella de una bala pasando”, dijo—, pero que Trump “no va a necesitar que le hagan nada. Va a estar bien”.
Por su parte, Eric Trump, hijo del expresidente, dijo en una entrevista con CBS el miércoles que su padre no necesitó “puntos de sutura, pero sin duda tiene una bonita herida superficial”.