Thursday, November 7, 2024
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Demócratas enfrentan presidencia de Trump sin un plan o un líder claro

Los demócratas gastaron miles de millones de dólares para advertir a los votantes de Estados Unidos que Donald Trump representaba una amenaza inminente para la democracia, que sus políticas económicas únicamente beneficiarían a sus amigos ricos, y que, literalmente, era un fascista.

Al final, eso no le importó a los votantes, o si les importó, no tuvo relevancia.

Y ahora, después de la contundente derrota de Kamala Harris, los demócratas se enfrentan a una segunda presidencia de Trump sin un líder claro, un plan definido o un consenso sobre qué fue lo que salió tan mal en las elecciones de 2024.

“Creo que es necesario hacer una limpieza, existe la necesidad de que surja una nueva generación de líderes”, dijo el representante Ro Khanna, uno de los pocos demócratas con ambiciones presidenciales que habló sobre el futuro del partido el miércoles. “Necesitamos un nuevo concepto, nuevas ideas y una nueva dirección. Y, ya sabes, el orden establecido produjo un desastre”.

Cuando aún quedan votos por contabilizar, Trump se enfilaba a convertirse en el primer republicano en dos décadas en ganar el voto popular, aunque el alcance de su triunfo en el Colegio Electoral probablemente no supere el desempeño del presidente Barack Obama en 2008, cuando obtuvo 365 votos electorales.

Trump captó una pequeña pero significativa proporción de votantes jóvenes, negros e hispanos, muchos de los cuales se sentían desanimados por el estado de la economía, según AP VoteCast, una amplia encuesta de más de 120.000 votantes a nivel nacional. El republicano también registró avances entre los votantes que no cuentan con un título universitario.

La mayoría de los demócratas electos que se mencionan con más frecuencia como posibles candidatos presidenciales para 2028 —incluidos los gobernadores de California, Illinois, Michigan y Pensilvania— se negaron a dar su punto de vista. Otros cancelaron entrevistas programadas.

Los pocos progresistas dispuestos a dar declaraciones públicas, presentaron distintas explicaciones. Relativamente pocos de ellos culparon al presidente Joe Biden por haberse retractado de su promesa de no postularse para la reelección, lo que le impidió al partido elegir a un reemplazo en una primaria tradicional.

Bernie Sanders, el senador independiente por Vermont y excandidato en las primarias demócratas, le había advertido a Harris antes de la jornada electoral que se estaba enfocando demasiado en atraer el voto de los republicanos y no lo suficiente en cuestiones económicas. Sanders emitió un comunicado en el que arremetió contra la cúpula del partido.

“No debería sorprender que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora también los ha abandonado”, dijo. “Primero fue la clase trabajadora blanca, y ahora también los trabajadores latinos y negros. Mientras el liderazgo demócrata defiende el statu quo, el pueblo estadounidense está enojado y quiere un cambio. Y tienen razón”.

Otros no se mostraron tan impacientes en hacer cambios radicales.

“Nuestro desafío no es reaccionar en exceso al resultado de esta elección”, dijo el representante Don Beyer, quien ganó fácilmente la reelección por Virginia el martes por la noche. “Tuvimos una candidata con un perfil relativamente bajo, en realidad nadie sabía mucho sobre Kamala Harris… quien se enfrentó a una de las personas más reconocidas en la historia de la humanidad”.

Hace apenas ocho años, los demócratas quedaron atónitos por la sorprendente victoria de Trump sobre Hillary Clinton. Pero en ese momento, muchos presentaron un frente unido para atribuir la derrota a una disfunción dentro del Comité Nacional Demócrata. Otros señalaron que el resultado fue gracias a las labores de influencia rusa a favor de Trump o a la declaración del director del FBI, James Comey, quien criticó a Clinton por la manera en que manejó información confidencial en sus correos electrónicos mientras era secretaria de Estado.

Esta vez no hay excusas. Los resultados muestran que los problemas actuales de los demócratas van más allá de su maquinaria política.

Operadores del ala progresista del partido criticaron al equipo de campaña de Harris por destinar demasiado tiempo y recursos para atraer a los republicanos moderados a expensas de la base de clase trabajadora del partido, incluidos los trabajadores sindicalizados que se inclinaron por Trump gracias a sus promesas de imponer aranceles tanto a naciones aliadas como enemigas y a sus amenazas a las empresas estadounidenses que sopesan trasladar sus operaciones al extranjero.

Las advertencias sobre la amenaza que Trump representaba para la democracia de Estados Unidos eran importantes, afirman, pero no era el tema primordial en la mente de la mayoría de los votantes.

“Nuestro partido hará mucha introspección en los próximos meses, tiene mucho en qué pensar”, dijo el representante demócrata Shri Thanedar, cuyo distrito incluye a buena parte de la zona metropolitana de Detroit. “Los demócratas se concentraron en el carácter de Trump. Sus problemas legales, el hecho de que es un delincuente. Pero en gran parte, las personas que tienen problemas económicos, aquellos que sienten que están peor económicamente, no le prestaron mucha atención a su carácter”.

Otros fueron menos diplomáticos.

Alexandra Rojas, directora ejecutiva del grupo izquierdista Justice Democrats, dijo que el liderazgo del partido debe “asumir la responsabilidad de cómo fue posible que Donald Trump obtuviera un segundo mandato”.

“El Partido Demócrata pierde rápidamente su legitimidad entre las personas comunes y entre las comunidades marginadas que a menudo son utilizadas como peldaños para ganar elecciones”, acusó Rojas.

De hecho, los datos dejan entrever que los demócratas tienen mucho trabajo por hacer.

Biden prácticamente empató con Trump entre los votantes sin título universitario hace cuatro años, obteniendo el 47% de su voto en comparación con el 51% de Trump. Pero estos votantes se inclinaron por Trump en 2024, dándole una clara ventaja con el 55% de su voto, frente apenas el 43% a favor de Harris.

El modesto movimiento entre los votantes sin título universitario fue aún más pronunciado entre los jóvenes. Trump obtuvo el 52% de las preferencias en 2024, en comparación con el 44% hace cuatro años, y entre los votantes no blancos, con el 32% frente al 25%.

En general, aproximadamente la mitad de los votantes menores de 30 años apoyaron a Harris, mientras que hace cuatro años la cifra rondó el 60% a favor de Biden. Al mismo tiempo, los votantes negros y latinos parecieron ligeramente menos propensos a apoyar a Harris de lo que estaban en apoyar a Biden, según VoteCast.

Jef Pollock, un experimentado encuestador demócrata, dijo que la campaña de Harris “tuvo la mala suerte de que los partidos en el gobierno en distintas partes del mundo sean vistos con malos ojos en momentos en que la frustración de los votantes sobre el estado de la economía ha llegado a un punto crítico”.

“Pero los demócratas tienen que mirar hacia el interior del partido y preguntarnos qué podemos hacer para reconstruir nuestra relación con los votantes rurales, trabajadores y latinos, así como con los jóvenes”, dijo Pollock. “Claramente, ellos creen que no estamos abordando sus necesidades diarias”.

Por ahora, no está claro si el partido llevará a cabo algún tipo de proceso formal de autoevaluación para determinar exactamente qué fue lo que salió mal.

Después de la elección de 2012, el Comité Nacional Republicano ordenó que se llevara a cabo un estudio interno de “crecimiento y oportunidad” para trazar un camino a seguir. Pero incluso entonces, el partido sólo fue capaz de encontrar el éxito electoral hasta que Trump ignoró las recomendaciones del informe para fortalecer la infraestructura del partido y adoptar un mensaje más inclusivo.

Después de la elección de 2016, los demócratas también hicieron cambios en su infraestructura partidaria y de recaudación de fondos luego de un período de introspección.

Al estratega demócrata Faiz Shakir —quien encabezó la campaña presidencial de Sanders en 2020— le preocupa que los demócratas no hagan la introspección necesaria después de esta devastadora derrota.

“Un partido saludable se está desafiando a sí mismo para llevar a cabo este tipo de autopsia y averiguar qué fue lo que hicimos mal”, dijo. “Ni siquiera sé si ese tipo de proceso va a ocurrir”.

Sanders mismo fue más directo.

“¿Los grandes intereses monetarios y los consultores bien pagados que controlan al Partido Demócrata aprenderán alguna lección de esta campaña desastrosa?”, dijo. “¿Comprenderán el dolor y el desencanto político que están experimentando decenas de millones de estadounidenses? ¿Tienen alguna idea de cómo podemos enfrentar a la oligarquía cada vez más poderosa que tiene tanto poder económico y político? Probablemente no”.



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