Tuesday, January 14, 2025
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Benito: Dominio global sin salir de casa

Todos sus movimientos están fríamente calculados. Mi generación conoce esa frase a la perfección. Es la que soltaba “El Chapulín Colorado”, aquel personaje del mítico “Chespirito” cuando pretendía dejar claro que su éxito no daba espacio a la casualidad. Lo mismo pasa con Benito Antonio.

La semana pasada escribía sobre su nueva producción, “Debí tomar más fotos” y la manera natural con la que conecta con su generación. Apalabra sus preocupaciones, les invita a pensar y lidera la fiesta. Pero las movidas de Bad Bunny y su equipo han demostrado que no solo busca conectar con sus pares. En esta ocasión también busca que otros escuchen lo que tiene que decir. Lo ha conseguido con esas letras que también han resonado entre integrantes de otras generaciones porque, a fin de cuentas, el miedo a la desintegración del país que conocemos les alcanza. Son sus hijos y nietos los que se han marchado por no conseguir oportunidades en el país que les vio nacer. Y esa ausencia duele en cada una de las familias divididas por la partida. Al mensaje, súmese la carga sonora. El disco tiene trap –como no incluirlo- pero en esta ocasión se ha vestido de ritmos como la salsa, la bomba, la plena y el aguinaldo. Les atrapa con la propuesta musical y luego les cuenta la historia.

Pero su alcance no solo ha logrado derribar barreras generacionales. También las fronteras físicas. Al hacerlo, ha conseguido magnificar el discurso de su disco y, con ello, llevar a Puerto Rico y toda una generación de sus hijos a la discusión global. Revistas especializadas como Rolling Stone o Billboard han recibido la producción con excelentes críticas. En ellas, los periodistas especializados se han visto expuestos a un disco que no esperaban con ritmos que no conocían. Les ha obligado a instruirse sobre ellos. Y también a estudiarnos. Estamos hoy en el equivalente a una gigantesca Placa Petri desde la que miles nos observan y estudian. Nos disecan para saber qué es aquello de que “el corrupto” hizo para lograr que el narrador de la historia emigrara en “Lo que le pasó a Hawái”, a intentar entender lo que plantea el título de esa canción y descubrir los miedos de esa generación y aquello de que “Ojalá que los míos nunca se muden”.

Basta con entrar a Instagram y explorar las tendencias en gran medida asociadas a la propuesta de Bad Bunny. Me ha volado la cabeza ver como influencers de todas partes del mundo han analizado la propuesta y estudiado detalles de la isla para entenderla. Desde cuentas de contenido musical, hasta influencers de corte ecologista como la colombiana Sofía Garcés que ha dedicado una de sus publicaciones a educar, desde Bogotá, sobre el Sapo Concho. O la emoción de jóvenes en Puerto Viejo, Costa Rica, que al escuchar el disco discuten cómo lo que se narra en el disco podría ocurrir en su país ante la avalancha de inversión extranjera. El disco ha despertado toda una conversación global que se origina en PR pero que se extiende a lo largo y ancho del planeta. Y todo esto lo consigue sin perder un ápice de su gancho comercial. En cualquier caso, elevándolo al alcanzar el #1 en las listas de al menos 25 países y posicionando una canción de plena en el tope de las listas globales.

Nadie vio venir su recién anunciada “residencia” en el Coliseo de Puerto Rico que, con toda la coherencia posible con su nueva producción, parte de la premisa de que no se quiere ir de casa. Todo un mes de conciertos en el Choli trayendo el concepto de la residencia a la isla lejos de Las Vegas y, con ello, millones estimados en visitas y noches de hotel.

Una clase maestra en dominio global, sin salir de casa.



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