Donald Trump comenzó a borrar el legado de Joe Biden inmediatamente después de asumir el cargo el lunes como el 47mo presidente de Estados Unidos, indultando a casi todos sus seguidores que se amotinaron en el Capitolio federal el 6 de enero de 2021, y emitiendo una avalancha de decretos que dejan ver su deseo de remodelar las instituciones estadounidenses.
Fue un comienzo agresivo para un presidente que vuelve y que se siente envalentonado y reivindicado por su regreso político sin precedentes. Cuatro años después de que los electores lo echaron de la Casa Blanca, Trump tiene una segunda oportunidad para lanzar lo que él llamó “una edad dorada” para el país.
Firmó órdenes para aumentar la seguridad fronteriza, designar a los cárteles de drogas como organizaciones terroristas extranjeras, limitar la ciudadanía por nacimiento, congelar nuevas regulaciones y establecer un grupo de trabajo para reducir el tamaño del gobierno federal. También rescindió docenas de directrices emitidas por Biden, incluidas las relacionadas con el cambio climático y las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión.
Trump dijo que volver a entrar en la Oficina Oval ya remodelada después de su investidura fue “una de las mejores sensaciones que he tenido”. A diferencia de su primer mandato, cuando los nuevos miembros del personal se apresuraban a descifrar qué era exactamente lo que su presidente intentaba lograr, Trump avanzó en forma rápida y metódica para impulsar su agenda el lunes.
Su primera acción después de llegar a la Casa Blanca fue indultar a unas 1.500 personas acusadas con relación al ataque del 6 de enero, incluso si habían sido declaradas culpables de agredir a agentes de policía. Trump conmutó las sentencias de otras 14 personas, incluidos líderes del grupo paramilitar Oath Keepers y la organización de extrema derecha Proud Boys.
La decisión equivalió a un amplio manto de impunidad para los seguidores de Trump que alteraron la tradición del país de transferencias pacíficas de poder al intentar anular su derrota electoral hace cuatro años. Trump dijo que eran “rehenes” e indicó que esperaba que fueran liberados en breve. Una multitud se reunió frente a una cárcel en Washington, D.C., para dar la bienvenida a su liberación.
La investidura de Trump combinó la ceremonia formal y la retórica espontánea, un recordatorio de cómo Trump sólo puede mantener la solemnidad durante un tiempo antes de salirse del guion con una mezcla de humor y hostilidad. Antes de salir de la Casa Blanca para una noche de bailes por su investidura, Trump pasó casi una hora respondiendo preguntas de los reporteros.
Prometió que se aproximan aranceles para Canadá y México, dejó entrever que podría visitar China y elogió a los decoradores por el nuevo aspecto de su Oficina Oval. Entre otros cambios, un retrato de Franklin Delano Roosevelt que había sido colgado por Biden fue reemplazado por uno de George Washington.
El frío obligó a reescribir ciertos detalles del día. La juramentación de Trump se trasladó a interiores, a la Rotonda del Capitolio —la primera vez que esto ocurre en 40 años—, y el desfile inaugural fue reemplazado por un evento con bandas de música en el estadio Capital One.
En su discurso inaugural, Trump declaró el inicio de “la restauración completa de Estados Unidos y la revolución del sentido común”.
Trump manifestó que el gobierno enfrenta una “crisis de confianza”. Dijo tener “un mandato para revertir completa y totalmente una horrible traición”, prometiendo “devolver al pueblo su fe, su riqueza, su democracia y, de hecho, su libertad”.
“A partir de este momento”, agregó mientras Biden observaba desde la primera fila, “el declive de Estados Unidos ha terminado”.
En la ceremonia también estuvo presente la vicepresidenta Kamala Harris, quien reemplazó a Biden en la boleta después de que él abandonara su candidatura a la reelección el verano pasado, sólo para ser derrotada por Trump en las elecciones generales.
Trump dijo que encabezaría un gobierno que “expandirá nuestro territorio”, en referencia a sus objetivos de adquirir Groenlandia de Dinamarca y restaurar el control estadounidense del Canal de Panamá.
Prometió también “perseguir nuestro destino manifiesto hacia las estrellas” al lanzar astronautas estadounidenses a Marte. Elon Musk, el hombre más rico del mundo y el propietario de una compañía de cohetes espaciales con miles de millones de dólares en contratos federales, vitoreó y levantó los pulgares mientras Trump hablaba.
Los seguidores de Trump que acudieron a la ciudad para ver al presidente entrante tomar el juramento del cargo desde el National Mall tuvieron que buscar otro lugar para ver la ceremonia cuando fue trasladada a interiores. Pero un grupo de titanes tecnológicos —incluidos Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Tim Cook y Sundar Pichai— recibieron lugares destacados en la Rotonda. Se mezclaron con el equipo entrante de Trump en una sorprendente exhibición de riqueza para un presidente republicano que también es multimillonario pero ha procurado proyectar una imagen de ser un cruzado de la clase trabajadora.
Después de la ceremonia, Trump caminó con Biden hacia el costado este del edificio, donde el demócrata partió en helicóptero para comenzar su vida posterior a la presidencia.
El discurso inaugural de Trump fue tan sólo el comienzo de los pensamientos que compartió en la segunda vez que tiene un primer día en la presidencia.
Luego de la partida de Biden, Trump continuó con comentarios espontáneos a sus seguidores en el Capitolio, en los que volvió a referirse a varias teorías conspirativas sobre fraude electoral y de agravios contra quienes considera enemigos suyos, tales como la exrepresentante republicana Liz Cheney, a quien llamó “una lunática llorona”.
Habló incluso más tiempo que en su discurso inaugural, diciendo: “Creo que este es un mejor discurso que el que di arriba”.
Luego fue al estadio Capital One para comenzar a firmar decretos mientras miles de seguidores vitoreaban, en una fusión de la teatralidad de sus mítines de campaña con los poderes de la presidencia.
“Ganamos, ganamos, pero ahora comienza el trabajo”, declaró Trump ante una multitud con gorras que decían “Hagamos grande a Estados Unidos otra vez”.
Abandonó el tono más serio de su discurso inaugural y se burló de su predecesor mientras firmaba sus decretos.
“¿Podrían imaginar a Biden haciendo esto?”, preguntó. “¡No lo creo!”.
Cuando terminó, lanzó los bolígrafos a la multitud.
La investidura de Trump representa un regreso político sin precedentes en la historia estadounidense. Hace cuatro años fue derrotado en medio de un colapso económico causado por la letal pandemia de COVID-19. Trump negó su derrota y trató de aferrarse al poder. Instruyó a sus seguidores a marchar hacia el Capitolio mientras los legisladores certificaban los resultados electorales, provocando un motín que interrumpió la tradición del país de la transferencia pacífica del poder.
Pero Trump nunca perdió su influencia sobre el Partido Republicano ni se dejó disuadir por casos penales y dos intentos de asesinato mientras arrollaba a rivales y aprovechaba la exasperación de los votantes con la inflación y la inmigración ilegal.
Ahora Trump es la primera persona condenada por un delito grave —acusado de falsificar registros comerciales relacionados con pagos a personas a cambio de su silencio— que ocupa la presidencia de Estados Unidos. Prometió “preservar, proteger y defender” la Constitución desde el mismo lugar que fue invadido por sus seguidores el 6 de enero.
“Todos creemos que la mano de Dios ha estado sobre este hombre para ser elegido”, dijo Pam Pollard, de 65 años, una funcionaria republicana de Oklahoma, que vino a Washington para verlo prestar juramento.
Trump ha prometido vengarse de sus oponentes políticos y críticos, y ha hecho que la lealtad personal sea una característica principal a tomar en cuenta para los nombramientos en su gobierno.
Pocos minutos antes de dejar el cargo, Biden emitió indultos preventivos a sus hermanos y sus cónyuges para protegerlos de algún posible encausamiento. También indultó a funcionarios y exfuncionarios que han sido objeto de la ira de Trump. Biden dijo que “estas son circunstancias excepcionales y no puedo, en conciencia, no hacer nada”.
En declaraciones a los reporteros en la Oficina Oval al final del día, Trump criticó los indultos de Biden, diciendo: “eso lo hace ver muy culpable”.
Un reportero le preguntó a Trump si Biden le había dejado una nota en el escritorio, una tradición durante las transiciones presidenciales. Trump miró en un cajón y encontró un sobre.
“¿Quizás deberíamos leerlo todos juntos?”, bromeó mientras lo mostraba a las cámaras. Pero no abrió el sobre.