Durante años, he sido asiduo visitante de la zona comercial de Río Piedras, en particular su Plaza del Mercado, por lo cual me considero cliente de varios negocios y comerciantes. Un grupo de esos comerciantes y trabajadores es de la comunidad dominicana, personas con historial de trabajo y lucha continua, con historias de vida fascinantes, las cuales, al compartirlas, me hacen cobrar un mayor sentido de nuestra comunidad caribeña.
En una de mis recientes visitas a la Plaza del Mercado, la encontré vacía; sus pasillos desolados, hacen falta las conversaciones de la gente compartiendo, todo como resultado obvio de la orden del gobierno federal de perseguir y hostigar a miles de caribeños y de otros países que viven en nuestro archipiélago. Un amigo comerciante me preguntó qué íbamos a hacer, y considero que, aun con toda la realidad colonial que vivimos, tenemos que legislar. Por ello, estamos trabajando en medidas para combatir la persecución indiscriminada y promover la protección contra las violaciones de derechos humanos.
De igual forma, continúan las malas noticias desde el gobierno federal y su reaccionario presidente, emitiendo órdenes ejecutivas, memorandos y acciones gubernamentales para eliminar protecciones a diversos grupos y comunidades, desde los afroamericanos, latinos y comunidades LGBTQ+; esta agenda neoliberal y violatoria de derechos civiles y humanos nos tiene que mover a la solidaridad, la denuncia, la acción social e incluso a la educación, pues la consecuencia de nuestra realidad colonial y de la imposición de medidas doblemente antidemocráticas, tanto por su contenido, así como porque son aprobados por un gobierno impuesto, que no responde a nuestra realidad, todo como burda consecuencia de ser colonia de los Estados Unidos.
También, vivimos la tragedia de un gobierno local que, ya sea con su silencio o con sus acciones —unido a su actitud sumisa colonial— toleran o respaldan estas terribles acciones y políticas del gobierno federal. Un gobierno que, en su primeros treinta días, ha legislado únicamente para proteger a sus familiares, en perjuicio de nuestros recursos naturales y el medio ambiente, continuando con el uso de energía sucia, como lo es la quema de carbón, en agravio de la salud de las comunidades; ante tanto desasosiego y temor, más acción y solidaridad.