Aunque pueda parecer increíble, cada centímetro cuadrado de nuestra piel está cubierto por millones de microbios, entre ellos bacterias, hongos y virus, que forman un ecosistema complejo y vibrante.
Y es que, cuando pensamos en los microbios que habitan en nuestro cuerpo, generalmente nos viene a la mente el microbioma intestinal, un tema que ha ganado mucha atención en los últimos años debido a su impacto en diversas enfermedades como la diabetes, el asma e incluso la depresión.
No obstante, el microbioma de la piel, aunque menos conocido, es igualmente vital. Estos microbios no solo compiten con las bacterias dañinas por el espacio y los nutrientes, sino que también producen sustancias antimicrobianas que pueden inhibir o eliminar a los invasores peligrosos.
¿En qué parte del cuerpo hay más microbios?
La diversidad varía considerablemente dependiendo de la zona del cuerpo; por ejemplo, las zonas más húmedas y cálidas, como las axilas o los pliegues de la piel, suelen estar habitadas por bacterias del género “Staphylococcus” y “Corynebacterium”, mientras que en las zonas más secas, como los brazos y las piernas, predominan los virus.
En áreas oleosas como la frente, la nariz y la espalda, abundan las bacterias del género “Cutibacterium”, que se alimentan del sebo producido por las células de la piel.
Rol de los microbios en el sistema inmunológico
Los microorganismos se benefician de un suministro constante de nutrientes, mientras que nosotros nos beneficiamos de su presencia en formas que apenas estamos comenzando a entender. Incluso, aunque suene difícil de creer, la presencia de ciertas bacterias puede ayudar a mantener la piel hidratada y protegida.
Los microbios de la piel también juegan un papel crucial en el desarrollo y entrenamiento de nuestro sistema inmunológico, especialmente durante la infancia: se cree que la diversidad bacteriana en la piel está relacionada con un menor riesgo de desarrollar alergias.
Al interactuar con nuestras células inmunitarias, los microbios ayudan a entrenar al sistema inmunológico para que diferencie entre las amenazas reales y las inofensivas, evitando respuestas alérgicas innecesarias.
Envejecimiento y microbioma
A medida que envejecemos, la cantidad de bacterias beneficiosas disminuye, mientras que aumenta la presencia de bacterias patógenas. Esto puede afectar la capacidad de la piel para sanar, lo que es especialmente problemático en personas mayores, quienes son más propensas a sufrir heridas crónicas que no cicatrizan.
Y aunque la evidencia sobre la efectividad de estos tratamientos aún es limitada, algunos estudios sugieren que pueden alterar favorablemente el equilibrio de bacterias en la piel. Por ejemplo, estudios recientes han demostrado que las lesiones en la piel pueden causar cambios significativos en el microbioma intestinal, aumentando la susceptibilidad a la inflamación intestinal.