Myrna Velázquez, de 73 años, siempre ha utilizado la transportación pública para sus quehaceres diarios. La adulta mayor, residente en Río Piedras, nunca ha tenido auto propio, por lo que siempre ha dependido de guaguas públicas y del tren para movilizarse. En su experiencia, navega el sistema de transporte colectivo con facilidad y le ha resultado favorable, aunque reconoce algunos defectos como la corta extensión de las paradas y la poca cobertura geográfica.
Velázquez habló con Metro Puerto Rico mientras se dirigía a la oficina de su quiropráctico, en Santurce, cerca de las 4:00p.m. Había tomado el tren en la estación de Cupey, y se bajó en Sagrado Corazón para esperar la guagua que la llevaría a la parada más cercana a su destino, en la calle San Jorge. Anduvo con un bulto de ruedas donde guarda la compra o cualquier artículo que necesite para su viaje de diligencias porque así “no me duele el hombro”.
Velázquez tiene una propiedad en Carolina, pero se mantiene en suelo riopedrense, en la comunidad García Ubarri, porque es dueña de una cafetería en la calle Arzuaga. Cercana al casco urbano, la adulta camina fácilmente a sus destinos, pero si tuviese que desplazarse largas distancias para visitar familiares, por ejemplo, depende de alguien que la transporte.
La organización Liga de Ciudades, que colabora con gobiernos municipales para desarrollar proyectos integrados, reconoce estas brechas de opciones a transporte fuera del área metropolitana como una visión “metrocentrista” de las iniciativas del gobierno central. Su directora ejecutiva, Cristina Miranda Palacios, recalcó que el 30% de la población reside en esta área — la cifra se acerca a 26%, según datos censales —, por lo que el acceso, a nivel archipiélago, se convierte en “un asunto de equidad y justicia social” e incide en que los municipios creen sus propias alternativas de transporte.
Miranda Palacios mencionó que los municipios de Bayamón, Barceloneta, Cabo Rojo, Caguas, Fajardo, Jayuya, Ponce, San Juan, Vega Baja y Vega Alta tienen iniciativas de transporte y, a menor escala, Guaynabo y Hormigueros. Dijo, no obstante, que mayormente no son esfuerzos integrados que cumplen con el modelo de Ciudades Amigables de la Organización Mundial de la Salud, que adapta sus estructuras y servicios para que sean accesibles e incluyen a las personas mayores con diversas necesidades y capacidades.
La organización AARP Puerto Rico también desarrolló la Red de Ciudades Habitables de Puerto Rico, un programa que propone fomentar la inclusión y equidad de adultos mayores en los municipios e integra el modelo de Ciudades Amigables. Actualmente los municipios de Aibonito, Coamo, Vega Baja y Toa Baja pertenecen a esta red.
Paloma Torres Dávila, la curadora de Co-Creación y desarrolladora comunitaria en la Liga de Ciudades, expresó que la transportación permite, además de alcanzar citas y negocios, “generar un sentido de comunidad” para los adultos mayores. “Los conecta con otras personas, les moviliza y genera más seguridad colectiva en esa comunidad. Es un asunto de bienestar mental”, señaló la psicóloga clínica.
Para el director estatal de AARP Puerto Rico, José Acarón Rodríguez, “los adultos tienen mucha más necesidad que simplemente ir a una cita médica. Es importante que tengan participación social y puedan moverse a otras actividades”.
Como parte de la extensión de actividades, la trabajadora social Lilliam Valcárcel, quien también colabora con AARP Puerto Rico, sostuvo que las opciones deben incorporar actividades de ocio, como teatro, cine, ferias de salud y compartir en comunidad mediante estrategias más coordinadas y menos segmentadas.
Hay algunos esfuerzos que realizan los capítulos de AARP Puerto Rico que movilizan a los adultos mayores a actividades sociales, por ejemplo. Otras iniciativas municipales pueden movilizar a los adultos a plazas públicas o llevarlos en excursiones, mencionó la gerontóloga Astrid Santiago Orria, quien aboga por la necesidad de hacer accesible la cultura, la participación en eventos, giras, entre otros espacios donde puedan desenvolverse.