La narrativa pública de la religiosidad conservadora está anclada exclusivamente en un grupo muy reducido de “valores”. Se proyectan como los representantes exclusivos de los valores religiosos. ¿Pero, de qué valores y de cuáles no? Los valores de los que repetidamente hablan los grupos religiosos conservadores no consideran, callan y no representan plenamente los valores de las diferentes confesiones religiosas y grupos ecuménicos de Puerto Rico.
Se trata de valores que favorecen la familia tradicional o patriarcal. Valores que amenazan los derechos reproductivos alcanzados luego de largas luchas de los grupos feministas. Valores que favorecen la identidad heterosexual como normativa y la diversidad como enfermedad. Los autodenominados conservadores son los nuevos paladines de la vieja libertad religiosa nacida en el siglo 18. La nueva cepa endosa valores y políticas económicas neoliberales de ultraderecha sin crítica alguna, y demonizan al socialismo sin distinción alguna.
La religiosidad conservadora y el partido que les representa plantean que los valores son naturales, sagrados, incuestionables, inmutables y excluyentes. Se alimentan del autoritarismo de sus líderes, algunos que no reconocen el protagonismo de las mujeres entre sus filas, y con un historial de represión a los disidentes. Se nutren del rechazo al pensamiento crítico y abrazan teorías conspirativas. Predican la pureza ideológica y están cerrados al diálogo ecuménico. Son activistas en una guerra cultural y miembros de un sólido bloque que algunos(as) estudiosos denominan la nueva derecha.
Han logrado colocar representantes y senadores con liderato político en los espacios legislativos desde donde han introducido proyectos de ley basados en sus valores tradicionales y conservadores. Con ello han intentado imponer sus valores religiosos en los temas de familia y derechos reproductivos. Resisten el poder regulador del Estado, pero lo afirman cuando se trata de los derechos reproductivos. Influyen considerablemente con sus valores las políticas y prácticas públicas. Son los profetas del miedo contra el evangelio de justicia social tildándole de comunista y socialista. Son una ideología, aunque lo niegan.
La pregunta es: ¿y cómo han logrado ascender en la opinión pública e influenciar la política? Pues nada más y nada menos por que cuentan con numerosos medios de divulgación de ideología, especialmente en medios de comunicación propios, tales como radio, televisión y prensa escrita. Promueven sus ideas desde los púlpitos y campañas educativas dirigidas a todos los grupos generacionales. También cuentan con espacios educativos en todos los niveles: escuelas de formación en las iglesias, colegios, universidades y seminarios. Forman parte de un movimiento internacional bien articulado y estructurado con el cual comparten una ideología, valores, narrativas, estrategias y actividades.
Ahora bien, ni los religiosos conservadores ni el partido que les representa, pueden hablar en nombre de los religiosos de Puerto Rico, como dan la impresión. Sus valoraciones culturales, religiosas y políticas se quedan cortos frente a la diversidad de los valores y perspectivas que tienen otros grupos religiosos.
Existe en el país una religiosidad con otra ética y valores. Esa otra religiosidad se encuentra en las diferentes instituciones y organismos religiosos del país. Promueven que el valor y el futuro de la familia saludable está basado en el principio de la equidad entre hombres y mujeres. En las diversas formas y variantes de familia y en transformarla en un espacio de crecimiento moral seguro y sanador de las violencias.
Hay una religiosidad cuyos valores fomentan los derechos humanos, la libertad de conciencia y la responsabilidad de la mujer con su cuerpo. Afirman la determinación con las decisiones reproductivas basadas en la fe y conciencia de la mujer. También creen en la equidad y los derechos de las personas de diversidad sexual y reflexiona críticamente sobre la homofobia religiosa. Sus valores se oponen al neoliberalismo, responsable del empobrecimiento de grandes masas, de la destrucción del ambiente, el desplazamiento de comunidades, la erradicación de los derechos de los trabajadores y la representación sindical. Que obtiene ganancias inmorales del subempleo, el desempleo y que es insensible a la asimetría económica.
Los valores de esta otra religiosidad declaran que es moralmente inaceptable la condición colonial de Puerto Rico. Postula que Puerto Rico como nación tiene derecho a su autodeterminación y descolonización. Y asevera que la descolonización es una condición para su pleno desarrollo económico sustentable y para la abolición de la pobreza. La vida para esta religiosidad tiene un valor en si misma, pero además la vida con dignidad descansa en las estructuras justas que provean medios y oportunidades para su pleno desarrollo.
La Mesa de Diálogo Martin Luther King, Jr., es solo un ejemplo de los múltiples espacios ecuménicos e iglesias que se guían por una ética y valores religiosos. La promesa de redención para nuestro país se encuentra escondida en la diversidad de las comunidades de fe y grupos ecuménicos que el conservadurismo religioso con sus privilegios soslaya e invisibiliza.