Donald Trump no perdió el tiempo. En su primer día de mandato, firmó una serie de órdenes ejecutivas que ponen a Estados Unidos en una dirección radicalmente diferente en temas medioambientales, deshaciendo muchas políticas climáticas de la administración Biden y apostando fuerte por combustibles fósiles.
Te puede interesar: [No solo sería TikTok: Estados Unidos estaría a punto de prohibir a los autos chinos]
Bye Bye, Acuerdo de París
Entre los primeros decretos está la retirada oficial de Estados Unidos del Acuerdo de París, el tratado que reúne a países de todo el mundo para combatir el cambio climático. Este acuerdo, del que Trump ya había sacado al país en su mandato anterior, se convirtió en un símbolo de la política climática de Biden cuando reincorporó a EE. UU. en su primer día en el cargo.
El proceso de salida llevará un año, pero las críticas ya están lloviendo. Jonathan Foley, de Project Drawdown, no se guardó nada: “Esto muestra un desprecio por la ciencia y por las personas que ya están sufriendo los efectos del cambio climático”.
Además, la administración eliminó un plan de financiamiento climático internacional que destinaba $11 mil millones al año para ayudar a países en desarrollo a lidiar con el cambio climático. Según Bob Ward, del Instituto Grantham: “Básicamente, es el país más rico del mundo dando la espalda a los más pobres”.
“Perforar, perforar, perforar”: La Nueva Estrategia Energética
Trump ha dejado claro que su enfoque está en “liberar la energía estadounidense”. Firmó tres órdenes ejecutivas para acelerar la extracción de combustibles fósiles, reducir regulaciones y abrir nuevas áreas de perforación, especialmente en Alaska.
El Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, que había sido protegido por la administración Biden, ahora está de nuevo en la mira para proyectos petroleros. Trump también declaró una “emergencia energética nacional”, exigiendo a las agencias gubernamentales que identifiquen recursos energéticos y los exploten lo más rápido posible.
Pero no todo es petróleo: también quiere que EE. UU. lidere en minería, incluyendo tierras raras, y dijo que los estadounidenses deberían tener “libertad” para usar estufas de gas y electrodomésticos como quieran. Sí, hasta los focos entraron en el debate.
Bob Ward advierte que esta estrategia podría tener consecuencias económicas: “Estados Unidos está entregando su liderazgo climático a China, que ahora será vista como la líder mundial en energía renovable y vehículos eléctricos”.
Te puede interesar: [Venció a Tesla en 2024: ¿Por qué BYD se puede transformar en el gran competidor en autos eléctricos?]
Adiós a los Parques Eólicos Marinos
En otro giro polémico, Trump suspendió nuevos proyectos de parques eólicos marinos, argumentando que afectan las corrientes oceánicas y la “demanda de energía confiable”. Esto detiene arrendamientos en áreas clave del fondo oceánico, dejando en pausa el desarrollo de una fuente de energía renovable en expansión.
Trump retomó su plan de desviar agua del delta de Sacramento-San Joaquín en California, algo que ya intentó en su primer mandato pero que fue detenido por tribunales y políticas estatales. En un memorando titulado “Putting People Over Fish” (Poniendo a la Gente sobre los Peces), criticó lo que llamó “ecologismo radical” por proteger especies como el eperlano del Delta.
“Esta paralización catastrófica fue supuestamente para proteger a los peces”, se lee en el documento, dejando claro que Trump prioriza las infraestructuras sobre las normativas ambientales.
Deshaciendo la Era Biden
Por si no fuera suficiente, una orden ejecutiva eliminó varios grupos y acciones clave de la administración Biden destinados a combatir el cambio climático. Esto incluye el Grupo de Trabajo Nacional sobre el Clima, liderado por Ali Zaidi, y otras iniciativas climáticas que habían buscado posicionar a Estados Unidos como líder en la lucha global contra el cambio climático.
Los movimientos de Trump son tan rápidos como controversiales. Si bien, sus políticas apuntan a fortalecer la energía y la economía estadounidense a corto plazo, las críticas señalan que estas decisiones podrían tener un impacto ambiental, político y económico a largo plazo.
Por ahora, la Casa Blanca parece enfocada en cumplir con su lema de “energía a toda máquina”. Queda por ver cómo reaccionarán los tribunales, el Congreso y, por supuesto, los ciudadanos, mientras Estados Unidos vuelve a cambiar drásticamente su rumbo medioambiental.