Thursday, January 23, 2025
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El rol del Trastorno de Personalidad Dependiente en relaciones disfuncionales

“Si esta relación se rompe, mi vida se va acabar”. Esta es una de las frases que podría decir una persona diagnosticada con el Trastorno de Personalidad Dependiente (TPD), caracterizado por una necesidad excesiva de aprobación y apoyo de personas cercanas.

Conforme a expertos, los individuos con este trastorno podrían ser más susceptibles a encerrarse en una dependencia emocional que, en algunos casos, puede transformarse en maltrato o violencia doméstica. Pero, ¿será un denominador común en relaciones disfuncionales?

“Es natural depender emocionalmente de una pareja, pero cuando esta dependencia implica miedo extremo al abandono o una sumisión total, estamos hablando de algo patológico”, explicó la psicóloga Carmen Martínez Geigel, añadiendo que, en relaciones disfuncionales, las dinámicas de poder y los roles de género juegan un papel clave, ya que muchas veces, una de las partes asume un control mayor sobre ciertos aspectos, por lo que entraría en una relación disfuncional.

La psicóloga identificó que una persona con TPD suele presentar características como una autoestima extremadamente baja, un miedo constante al abandono y una necesidad excesiva de aprobación por parte de los demás. Asimismo, estas personas tienden a asumir una posición sumisa dentro de las relaciones, lo que las lleva a evitar conflictos y priorizar las necesidades de otros por encima de las suyas.

“El problema es cuando esa dependencia raya en disfunción. Hay dependencia sana y que tú sabes que, emocionalmente, la persona más importante en tu vida, la persona como esa persona que te da un sentido de seguridad emocional, [pero] una persona pudiera, sí, tener el diagnóstico dependiente y no puede hacer nada si no es con la otra persona”, señaló Martínez Geigel.

La terapeuta aclaró que el TPD no es un trastorno que se desarrolla por efecto de conductas abusivas en la adultez, sino que es la respuesta de años de indicaciones que comenzaron desde la niñez. Sin embargo, señaló que generalizar todas las relaciones disfuncionales, atándolas al trastorno, no es correcto.

“Estas personas, cuando tienen este diagnóstico, tienen más predisposición a quizás caer en relaciones donde la otra persona toma ventaja de ellos o incluso los abusa y los maltrata, y sigue haciéndolo porque esa persona tiene un terror de quedarse sola o de que la abandonen. Pero eso no quiere decir que todas las personas, en relación de violencia doméstica, tienen el trastorno”, indicó Martínez Geigel.

Por su parte, la psicóloga Malvaliz Santana Carrasquillo, experta en temas de codependencia emocional, señaló que la codependencia emocional, aunque no es un trastorno clínico, comparte rasgos similares. Al igual que el TPD, esta se desarrolla desde temprana edad.

“Cuando alguien crece en un entorno con carencias afectivas, como la ausencia de figuras parentales o el rechazo, se vuelve más propenso a la codependencia emocional. Esa necesidad de validación los puede atrapar en un ciclo de reconciliaciones y maltrato”, afirmó la experta.

No obstante, Santana Carrasquillo destacó que estas dinámicas no se limitan a relaciones de pareja, sino que también pueden extenderse a amistades, grupos sociales o incluso contextos laborales, y no caer bajo la sombrilla de “trastorno”.

“La codependencia no solamente se crea con dependencia de pareja, se crea codependencia con amistades, con círculos, con espacios, con grupos, con iglesias, por llamar a un grupo”, dijo.

De hecho, el psiquiatra Dimas Torado Morales confesó que, conforme a un metaanálisis, el TPD no es necesariamente el trastorno más relacionado con dinámicas abusivas. Los trastornos más relacionados con estas dinámicas son el Trastorno de Personalidad Antisocial y el Trastorno de Personalidad Límite o Borderline (Fronterizo).

“Un metaanálisis reciente mostró que estos dos trastornos tienen una correlación más directa con la violencia en relaciones de pareja íntima, aunque el TPD también presenta un riesgo elevado. […] De repente, no fue el Trastorno de Personalidad Dependiente sino el Trastorno de Personalidad Antisocial y el Trastorno de Personalidad Límite”, expresó el psiquiatra.

Torado Morales reconoció que los resultados del análisis se deben a que hay más estudios sobre el Trastorno de Personalidad Antisocial y el Trastorno de Personalidad Límite. Pero reveló que personas con rasgos de TPD están en mayor riesgo de ser víctimas de violencia de género.

En términos de tratamiento, el psiquiatra resaltó que las intervenciones deben incluir tanto enfoques psicológicos como psiquiátricos, dependiendo del caso.

“Hay muchísimas modalidades. Está la terapia cognitiva-conductual, que tiene muchísima evidencia científica, pero aparte, está la terapia psicodinámica, terapia insight-oriented psychotherapy. Hay muchísimas psicoterapias que tienen evidencia o son reconocidas como que funcionan porque hay que trabajar con esa autoestima de esa persona, hay que traerlo más al consciente. Muchas de estas personas no se dan cuenta, no tienen mucha introspección de que tienen una dependencia o una codependencia que les está causando problemas. Hay que traer todo eso a su consciente”, concluyó.



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