La base de nuestro Partido Popular Democrático (PPD), en el evento primarista del pasado domingo, dio un paso trascendental en su historia. Democráticamente, estos decidieron darle paso a una fuerza renovadora con ímpetu y deseos genuinos de vencer en beneficio de todos. Esta contundente determinación le presenta al país un balance perfecto entre juventud y experiencia, que revitaliza nuestro partido y lo prepara para los retos que se avecinan.
Ahora nos toca encaminar el partido en una agenda común y de unidad hacia las elecciones generales del 5 de noviembre, para enfrentar al desastroso gobierno del Partido Nuevo Progresista (PNP) que, a pesar de sus promesas, ha dejado a nuestro pueblo en la incertidumbre y el descontento.
Lo que Puerto Rico se juega el próximo cuatrienio no es poca cosa. Nos toca acabar con un gobierno de ocho años que ha utilizado las agencias como ATH para sus campañas políticas, cuya ineficiencia e insensibilidad ha sometido a nuestra gente a un régimen de crisis en los servicios más esenciales. Pero eso no es todo. Este próximo cuatrienio se designarán tres jueces del Tribunal Supremo, nuevas cabezas en el Oficina del Contralor y Ética Gubernamental, además del futuro de esas agencias fiscalizadoras de la corrupción. Además, será un cuatrienio definitorio para el futuro de los municipios en Puerto Rico.
He ahí la importancia de anteponer los intereses colectivos a las agendas pequeñas y personales. Culminado el proceso primarista, todos los populares tenemos un deber patriótico: o nos unimos o le ponemos en bandeja de plata al PNP el futuro de nuestra Isla. Es así de sencillo.
El momento ha llegado. El país espera y necesita más de nosotros. En eso trabajaré incansablemente. ¡Ese es nuestro deber supremo!